domingo, 13 de diciembre de 2009

VÉRTIGO


Muchas veces miramos la vida con vértigo-al menos yo lo hago- como si nos diera miedo asomar la cabeza por nuestro interior y nos negáramos a nosotros mismos lo que sentimos por miedo a lo que pueda pasar. Lo mejor sería dejarse llevar y no perder el tiempo pensando si ésto está bien, si lo de más allá está mal; ya lo dijeron dos clásicos como Horacio y Virgilio,"Carpe diem", "Tempus fugit", dos tópicos recurrentes que han vertido ríos de tinta en todas las literaturas a lo largo de la historia y que nos empujan a vivir cada minuto de nuestra existencia como si fuera el último.

Nunca he sido yo muy devota de tales ideas, aunque confieso que me gustaría no rendirle demasiados tributos a la razón. Todo lo razono, o si no, al menos, siempre pesa demasiado en mí la idea del deber. No soy una persona muy pasional, que actúe sin pensar, que me deje llevar por los impulsos más primitivos. Pero creo que también es necesario vivir sin tener constantemente la presión de pensar lo que puede pasar y que casi siempre tiene tintes negativos.

Estoy viviendo ciertas situaciones que me plantean la duda de si debo dejarme llevar sin pensar demasiado, o si, por el contario, controlarme por si el peligro pudiera volverse en mi contra, como otras veces me ha sucedido. No soy la única que, ante esa dialéctica planteada entre cerebro y corazón, inclina la balanza hacia lo que es adecuado, menos arriesgado, y más cuando esa elección puede afectar a otras personas. La verdad es que es un tema complejo. Pero, ¿acaso no es esto la vida, un devenir constante entre dos polos tan opuestos como son la realidad y el deseo?...Con frecuencia es necesario elegir uno u otro camino, pero no los dos cuando son totalmente incompatibles.

De ese modo, volviendo a los tópicos literarios mencionados, me golpea fuertemente el corazón la idea de que el tiempo se desvanece y de que si no aprovechas cada instante, las oportunidades se esfuman y no vuelven jamás. Es justamente ésta la sensación de vértigo de la que hablaba al principio. Ahora creo que me dejaría llevar, que haría mías esas frases tan célebres. Pero lo malo es que pensar en ello también me da vértigo, tanto vértigo que me da miedo tan solo el hecho de imaginar lo que esa elección podría depararme. Es por eso que intento no mirar demasiado, ya que podría caerme. ¿Entonces ya estoy elegiendo cuál es la bifurcación que debo tomar?

No sé,
siga una u otra dirección,
el miedo siempre me circunda.

Vértigo,
un enorme VÉRTIGO,
es lo que siento.

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