miércoles, 26 de agosto de 2009

Cualquier día puede no salir el sol...

Hoy me referiré a esa cita que un día dijo aquel sabio del empirismo filosófico, David Hume:

"CUALQUIER DÍA PUEDE NO SALIR EL SOL".

A la hora de intentar encontrar una respuesta razonable a la pregunta: ¿por qué estamos convencidos de que mañana saldrá el sol?, es obvio que contestamos naturalmente: porque ha salido invariablemente todos los días desde que tenemos uso de razón. Tenemos la convicción de que saldrá en el futuro porque ha salido en el pasado. La única razón, por consiguiente, que nos hace creer que se perpetuará el movimiento de rotación de la Tierra que provoca este efecto, es la costumbre. Pero esta convicción es errónea, al menos empíricamente hablando, ya que un número cualquiera de casos en que se ha demostrado una ley física en el pasado, no proporciona la evidencia necesaria que determina el cumplimiento futuro. No tenemos, pues, ningún fundamento empírico más allá de una creencia construida sobre el sentido común que nos indica una mera probabilidad, que el sol saldrá mañana.

Rescato aquí el escepticismo de Hume para no dejarme vencer por las primeras impresiones, invocando un principio de incertidumbre que me haga rescatar el "Sólo sé que no sé nada" de lo que puede acontecernos.


Mañana PUEDE que no salga el sol, pero ESPERO que sí lo haga. ¿Por qué no va a salir aunque sea en un triste pueblo que ahora mismo no conozco?

Todo puede pasar, todo puede pasar, todo-puede-pasar...




"Puede que todo siga igual, también puede que no sea así".


Me pregunto qué haría si no escuchara canciones como ésta,la vida sería mucho más complicada...


(Diario de una chica asustada)

martes, 25 de agosto de 2009

Se acerca el incierto y temido septiembre...

Me acabo de sentar a escribir en este rincón particular de mi misma. No sé qué voy a escribir, pero siento unas tremendas ganas de hacerlo. Es la forma más civilizada que encuentro de desterrar los tormentos que me perturban.

Ahora mismo me siento bien, he vivido un buen verano, de los que hacía tiempo no recordaba. Lo cierto es que necesitaba alejarme de España, conocer otros lugares, otras gentes...queriendo aprender de todo lo que no está a mi alcance en la cotidianidad. Creo que necesitaba pensar menos y vivir más...y así ha sido. He respirado otro aire y me ha sentado bien. Me siento más libre, menos dependiente de lo que ya conozco.

Pero esta semana va a ser-está siendo ya- difícil; la vuelta a la realidad siempre es compleja.Y en mi caso, lo lleva siendo desde hace tiempo. Me asedian las preguntas sin respuesta, el desconcierto de lo que me va a acontecer en los próximos días me tiene presa, esperando leer un nuevo episodio en la novela que cuenta mi historia, que ahora mismo me describe en un escenario enormemente difuso, a pesar de que en pocos días va a resolverse el misterio. Los que me conocen bien saben que odio el no saber; la espera, la incertidumbre, el desconocimiento me exasperan ...mientras aguardo, mi mente recorre mil kilómetros de imaginación pensando en lo que me deparará el futuro, un futuro que ya es casi mi presente y que sigue siendo desconocido al día de hoy.

Ya son muchos años con esta vida, tal vez necesitaría un poco más de estabilidad. No sé bien si merece la pena vivir así, alejada de todo, por mejorar mi situación laboral. Se hace difícil, muy difícil, saber que de nuevo me espera un lugar en el que vivir sin yo poder elegirlo voluntariamente. De nuevo, el tren me dejará en una estación donde nadie irá a recogerme. De nuevo, no habrá nadie con quien llorar el vacío de mis primeras noches. Parece como si estuviera obligada a aceptarlo, sea cual sea mi destino. Si me negara, todo lo que he luchado para llegar hasta aquí, habría resultado inútil y por éso tengo que seguir adelante. En cierto modo, me siento un poco limitada sin poder decidir por mí misma a dónde quiero ir, y la verdad es que no parece gustarme esa sensación.Es como si por todo ello se viera coartada mi libertad, que es mi principio primordial como ser humano. Después de otras experiencias, sé que siempre acabo sintiéndome bien allá donde voy. No soy especialmente complicada, enseguida me acostumbro a lo nuevo y no tengo problemas para haerme un hueco en cualquier parte. Es cierto. Yo lo sé...pero se lleva mal saber que no hay parte del mundo que te pertenezca, que reconozcas como tuya propia.

Hay ciudades importantes para mí, pero ninguna de ellas es mi ciudad, ni siquiera aquella en la que he vivido la mayor parte de mi vida. He pasado por ellas, en mayor o menor medida, pero una vez las he dejado, tiempo después me he sentido como una extraña al volver a ellas, como si yo no hubiera residido allí jamás. "Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver" canta Sabina en Peces de Ciudad. Cuánta razón tiene siempre el andaluz. Lo que me queda de ellas son las personas, las personas que me han acompañado en el camino y sin las que tantas y tantas vivencias no tendrían el más mínimo sentido para mí. Pero, aunque sé que queda mucha gente interesante a la que conocer, a mí me faltan los que ya son parte de mí, sin los que me siento completamente desprotegida. Y es éso lo que más me cuesta: renunciar a estar cerca de todos ellos. Las personas que para mí son esenciales se encuentran repartidas en diferentes lugares del mundo. Obviamente, sería imposible hallar una ciudad donde habitasen todas y cada una de ellas. Para mí sería lo más parecido a la felicidad absoluta, una ilusión inalcanzable, claro está. El hecho de estar año tras año en diferentes sitios, alejada de todos los seres que me hacen sentir completa, hace imposible llegar a reconocer uno como el mío, como el espacio al que poder volver siempre, sin sentirlo cambiar a mi alrededor. Es horrible pensar en todo esto, me duele conocer la realidad, y me duele más el hecho de no ser capaz de hacer nada por cambiarla.

Tengo miedo de no soportarlo, pero mucho más miedo de soportarlo aun sabiendo que quisiera estar en otra parte o vivir de otra manera. ¿Por qué será que siempre pensamos en lo que no hacemos pero tampoco luchamos por hacer realidad aquello que añoramos?Siempre pienso en otras vidas y las miro como si las prefiriera, pero nunca hago nada porque la mía se asemeje a esas otras. Odio el "tengo que hacerlo", ese "debo hacerlo" que me autoimpongo, el debate muchas veces entre el deber y el querer. Qué difíciles son los comienzos, pero también los finales-quizá estos sean peores aún- es ésto lo que quisiera no vivir, siempre tener que empezar y acabar algo y volver a lo mismo una y otra vez, una y otra vez...pero por qué siempre tiene que haber un final?

Al mismo tiempo que hago estas reflexiones, también admiro mi capacidad de lucha, de enfrentar la vida como lo estoy haciendo, avanzando en el camino a pesar de mis temores, a pesar de la soledad, terrible a veces...pero sin retroceder ni un paso atrás. Me hace ser más fuerte, ésto me va a ayudar a sobrellevar todo con más valentía-trato de autoconvencerme-pero ¿por qué tengo que tener vetado el derecho a ser cobarde?


Lo he vuelto a hacer,he pensado más, mucho más de lo que debiera y ahora me siento mal.


No sé por qué siempre acabo por entablar una lucha con mi conciencia, si al final siempre salgo perdiendo...


"Si no ves más allá de tu horizonte, estaremos perdidos"-me susurran.



Habrá que echarle narices.

martes, 11 de agosto de 2009

HASTA QUE MURIÓ DE SED MI CORAZÓN DE ESTRELLAS...

El ser humano, por definición, se caracteriza por su insidiosa supervivencia en el mundo, un espacio que con frecuencia nos resulta hostil. A veces, siento que me adhiero a esa condición del hombre de vivir hasta morir soportando el vaivén de los golpes que trae consigo el hecho de estar vivo.

Es curioso que lo que nos duele es lo que está siempre presente, lo que no se olvida nunca. Me resulta terrible la lucha contra todo lo que quisiera no pensar y pienso. Quisiera prenderle fuego a los mil recuerdos que una y otra vez vuelven a mí hasta abrasarme las entrañas. Cuando duermo, sueño que me escapo de este miedo al no vivir en calma, pero incluso en este estado de inconsciencia, me atrapa la angustia de saber que no puedo liberarme de él.

Dar marcha atrás, ay si yo pudiera, si yo pudiera olvidar...ahora mismo no estaría sintiéndome así.

Te encontré por casualidad aquí o allí, qué más da. Seguro que lo recuerdas, mi corazón no puede dejar de hacerlo. Yo dibujaba el surco de un mundo diferente, pero a medida que iba ultimando cada detalle, perfeccionando su silueta...se fue desmoronando lentamente ante mis ojos. Me hubiera ido arrastrando a recoger los escombros para reconstruirlo una y otra vez, pero los muros de mi conciencia me cercaron el paso un día, ese día en que quise empezar a borrar todo lo que alguna vez hubiese imaginado que podría suceder. Mejor pensar que ocurrió así, no??

Hubo un silencio estridente, con más significado que cualquier palabra de rencor u odio que hubiera preferido ardientemente en ese momento. Pero no la nada, el vacío en que me deslicé y del que nadie supo cómo tenderme una mano para sacarme de allí. Con ello hubiese bastado, no pedía nada más. Yo sé que yo fui la que día a día se fue ahogando conscientemente en la amargura más penosa que jamás hube conocido. Yo sola llegué hasta allí, no creas que no lo sé. Pero mientras iba acercándome, siempre me quedaba a la espera, aguardando a que lo impidieras; y así, poco a poco, de tanto esperar, seguí hasta que por fín me morí de la sed de ti.

En verdad siento que ese día perdí una parte de mí misma, esa que se me reveló antes desconocida. Ahora me parece que me equivoqué, que me confundí de camino; tal vez nunca supe verdaderamente hacía dónde iba...pero todo se volvío ambiguo favoreciendo mi confusión.

Poco importa éso ya, si era o no era lo que yo buscaba, la herida dolió-duele-cuando la ilusión hizo mella en un naufragio de tristeza. No quiero que lo entiendas, tampoco tienes culpa alguna, sino que sólo pretendo darle alguna razón a mis sentimientos.

Desde entonces, la pena negra que empezó a albergar en mí se ha teñido del color del hielo, impregnándome el corazón de dudas, abortando en él cualquier esperanza a volver a sentir.

Quiero, sueño con sembrar otra vez la estrella que danza en mi interior cuando mana la fuerza del cariño.

Con aire febril lo espero, avanzando hacia el fin de mi angustia.

Pero mientras persista este otoño de gris cielo,

mientras no pueda enterrar los recuerdos,

mientras sienta que ni el viento puede destruir

el dolor que me abrasa por dentro,

mi corazón, herido entre hojas muertas, se desmadeja.



jueves, 6 de agosto de 2009

Mi experiencia en la ciudad que nunca duerme...

Tan sólo hace unos pocos días que volví a España después de tres semanas en los EEUU. Era la primera vez que salía del continente europeo, con lo que ya este detalle marca esta experiencia como algo extraordinario en la vida de quien escribe.

Debo señalar que la ciudad de Nueva York tiene poco que ver con otros lugares que conozco dentro y fuera de España. Aunque sé que no podría vivir en ella, por una serie de hechos a los que a continuación me referiré, es una ciudad única que debe ser visitada al menos una vez en la vida. Por supuesto que la experiencia ha merecido la pena, como cualquier viaje que uno realice, éste también me ha enriquecido satisfactoriamente.

Lo único-y ahora me limitaré a explicar esos pequeños detalles que la convierten en una ciudad invivible para mí- es el ambiente que se respira, que está demasiado cargado. Jamás en la vida he andado por calles con tal aglomeración de gente como en Nueva York. Con tres semanas he tenido suficiente para darme cuenta de que el vaso que contiene mi paciencia se vería colmado en poco tiempo. La gente allí camina de manera diferente, como si el reloj corriera más deprisa que en el resto del mundo. En varias ocasiones me sentí incómoda, como si me faltara el aire. Y es que la gente que vive allí te contagia su paso histérico y queriendo escapar de su estrés, te encuentras con esos inmensos rascacielos que te empequeñecen hasta hacerte sentir un ser enormemente pequeño e innecesario. Ahora entiendo esa multitud de la que hablaba Lorca en Poeta en Nueva York, esa multitud que te hace sentir en la mayor de las soledades.

Otro de los inconvenientes de la gran ciudad, es la gran suciedad que la caracteriza. No he visto nunca una ciudad tan sucia como ésta. Los contenedores no existen en Nueva York, de modo que el turista que viaja entusiasmado a una de las ciudades más cosmopolitas y modernas que existen, se encuentra con montones y montones de basura en cada esquina, incluso en la Quinta Avenida, el street comercial más famoso seguramente al que acude la alta sociedad. No sólo es molesto el olor, sino la tremenda carencia de higiene de la que goza la ciudad, recibiendo visitas de toda serie de animales atraidos por la inmundicie urbana.

Me abstendré de criticar la contaminación, pero el tráfico y el ruido de los automóviles son otra razón por la que me negaría a residir allí. Y por supuesto, lo que no podría soportar de ninguna de las maneras es tener que entrar en el metro durante todos los días de mi vida. ¡Eso sí que acabaría conmigo!! Las instalaciones son muy antiguas, el calor es verdaderamente axfisiante. La sensanción que te da es que te encuentras literalmente "bajo tierra" en un lugar en el que no puedes ni respirar. Es realmente angustioso utilizar este medio de transporte, aunque una vez que entras en el tren, el desorbitado aire acondicionado te hace volver a la vida en pocos segundos.

Y ¿qué es lo que hace de esta experiencia algo irrepetible y único? El hecho de que admita que me sería imposible vivir una vida feliz y saludable en este rincón del mundo, no implica que le niegue fascinación a mi visión del mismo. Innegablemente, es una ciudad que impresiona a todo el que llega. Así, por ejemplo, las vistas desde edificios como el Empire State o el Crysler son, a mi juicio, sensacionales, tal como se ve en el cine.


En medio de tantos y tantos espectaculares edificios, los neoyorquinos disfrutan de múltiples parajes naturales que te dan la oportunidad de escaparte y sentir algún momento de tranquilidad lejos del mundanal ruido. Sin duda alguna, Central Park es uno de los espacios que voy a echar de menos. Una ciudad como ésta no sería la misma si no contara con lugares como éste.




Asimismo, otro aspecto que caracteriza la ciudad es la amplia oferta cultural, destacando la artística. Es otro detalle que define la idiosincrasia de la ciudad, la calidad de los museos, que es altamente positiva, siendo un punto importante que todo viajero no debe dejar pasar. El MOMA es considerado uno de los santuarios del arte moderno y contemporáneo del mundo, constituyendo una de las mejores colecciones de obras maestras. Alberga piezas tales como La noche estrellada de Van Gogh, Broadway Boogie Wogie de Piet Mondrian , Las señoritas de Avignon (1906) de Pablo Picasso, La persistencia de la memoria de Salvador Dalí y obras de artistas norteamericanos de primera fila como Jackson Pollock, Andy Warhol y Edward Hopper. El MoMA posee además importantes colecciones de diseño gráfico, diseño industrial, fotografía, arquitectura, cine e impresos.

El GUGGENHEIM, en un principio, Museo de pintura no-objetiva, fue fundado para exhibir el arte vanguardista de artistas modernos tempranos como Kandinsky y Mondrian. El edificio en sí mismo se convirtió en una obra de arte. Desde la calle, el edificio parece una cinta blanca enrollada en forma cilíndrica, levemente más ancha en la cima que abajo. Internamente, las galerías forman una espiral. Así, el visitante ve las obras mientras camina por la rampa helicoidal, como un paseo.

De todos los museos de la ciudad, el mejor y más completo es el METROPOLITAN MUSEUM OF
ART.
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Las colecciones abarcan desde tesoros de la Antigüedad Clásica, representada en sus galerías de Grecia y Chipre, a pinturas y esculturas de casi todos los maestros de Europa y una gran colección de obras estadounidenses. Están expuestas obras maestras de Rafael, Tiziano, el Greco, Rembrandt, Velázquez, Picasso, Pollock, Braque y muchos más. El museo posee un gran acervo de arte egipcio, africano, asiático, de Oceanía, Oriente Medio, bizantino e islámico. Las galerías de André Meyer encierran grandes obras de arte europeo del siglo XIX, con particular énfasis en los pintores impresionistas y post-impresionistas, así como una gran colección de esculturas de Rodin.
La ciudad está plagada de galerías de arte en las que los mejores artistas del momento exponen sus obras. Toda persona interesada en el arte, no quedará insatisfecha. La oferta es muy amplia y diversa.


La música es otro de los principales atractivos de la ciudad. Cualquiera que se acerque a Brodway, en el iluminadísimo Times Square de la 42 street, podrá disfrutar de los mil musicales más famosos desde el autóctono West Side Story hasta cualquier obra del mítico Disney. Con visitar esta calle, yo creo que cualquiera puede obtener la esencia de la ciudad. De hecho, cuando pienso en Nueva York, tengo esa imagen en la mente.


Otro de los espectáculos que nadie debe perderse es la asistencia a un concierto de Jazz, hay en toda la ciudad bares y salas en que cualquier día del año pueden tener lugar. A mí el gusto por el jazz me viene desde años atrás, pero es cierto que a raíz de conocer la ciudad, me ha sobrevenido una especial pasión por el mismo que espero me haga descubrir muchas cosas que

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ahora mismo desconozco.


Para ir terminando, animo a todo el que no conozca la ciudad a visitarla, seguro que no le defraudará, aunque, como he dicho antes, no es la ciudad perfecta que nos enseñan las películas. Las diferencias sociales están claramente delimitadas. En los suburbios del metro, en ciertos barrios como El Bronx o Harlem, los rascacielos más típicos de Manhattan dejan paso a otro tipo de edificios más pobres. Pero, igualmente,tienen algo especial, incluso más auténtico que otras partes más turísticas. Eso sí, debo decir que la gente en todas partes es muy amable, siempre dispuestos a ayudarte cuando lo necesitas. Es el gran recuerdo que me llevo de América, al menos de este estado, que finalmente ha logrado soprenderme.

Y si algo me ha gustado especialmente es la gran diversidad cultural de la ciudad. En ninguna parte del mundo en las que he estado, puedo describir tal confluencia de nacionalidades como en Nueva York. Acaso sea este pequeño detalle el que hace de ella uno de los lugares más extraordinarios de la tierra.

No sé si si volveré algún día, pero que no me ha dejado indiferente lo tengo claro.