lunes, 19 de octubre de 2009

Una de Ismael Serrano

RECUERDO

Me levanto temprano, moribundo.
Perezoso resucito, bienvenido al mundo.
Con noticias asesinas me tomo el desayuno.

Camino del trabajo, en el metro,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos.

Y en el asiento de enfrente,
un rostro de repente,
claro, ilumina el vagón.

Esos gestos traen recuerdos
de otros paisajes, otros tiempos,
en los que una suerte mejor me conoció.

No me atrevo a decir nada, no estoy seguro,
aunque esos ojos, sin duda, son los suyos,
más cargados de nostalgia, quizás más oscuros.

Pero creo que eres tú y estás casi igual,
tan hermosa como entonces, quizás más.
Sigues pareciendo la chica más triste de la ciudad.

Cuánto tiempo ha pasado desde los primeros errores,

del interrogante en tu mirada.
La ciudad gritaba y maldecía nuestros nombres,
jóvenes promesas, no, no teníamos nada.

Dejando en los portales los ecos de tus susurros,
buscando cualquier rincón sin luz.
"Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro",
y detrás de cada huida estabas tú, estabas tú.

En las noches vacías en que regreso solo y malherido,
todavía me arrepiento de haberte arrojado tan lejos de mi cuerpo.
Y ahora que te encuentro, veo que aún arde la llama que encendiste.

Nunca, nunca es tarde para nacer de nuevo, para amarte.

Debo decirte algo
antes de que te bajes de este sucio vagón y quede muerto,
mirarte a los ojos, y tal vez recordarte,
que antes de rendirnos fuimos eternos.

Me levanto decidido y me acerco a ti,
y algo en mi pecho se tensa, se rompe.
"¿Cómo estás? Cuánto tiempo, ¿te acuerdas de mí?"
Y una sonrisa tímida responde:

"Perdone, pero creo que se ha equivocado".
"Disculpe, señorita, me recuerda tanto a una mujer
que conocí hace ya algunos años".

Más viejo y más cansado vuelvo a mi asiento,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos.



Estaba escuchando esta canción, una que ya había oído mil veces antes, pero hoy es como si la hubiese escuchado por primera vez. Nunca había sentido tan cerca la canción, la historia que cuenta.Tal vez nunca le había prestado la suficiente atención. Y éso que la canto, me la sé... pero es curioso, nunca me había detenido a comprenderla. Será que la música, sus letras, como manifestación lírica que son, necesitan de múltiples lecturas. Las canciones de Ismael Serrano tienen la capacidad de la poesía de la experiencia, que con el tiempo pueden sugerirte emociones nuevas. Y hablan de realidades, de vivencias de la gente de la calle. ¿A quién no le ha sucedido algo de lo que hablan sus historias? Claro que en su voz esas historias son hasta hermosas, pero en la realidad no tanto.

Ha sido bonito redescubrirla y saber lo que quiere decir cada palabra, reconocer su lenguaje, descodificarlo y hacer las inferencias oportunas, como dice la teoría de la relevancia en la pragmática (es que me la he estado estudiando hoy, por si alguien me lee es una teoría de 1986 y se la debemos a Sperber y Wilson). Una cosa es lo que se dice y otra, lo que se comunica. Nunca me había llegado tan hondo la canción, porque nunca había hecho una interpretación correcta de la misma. Ahora, sí. Entiendo perfectamente el mensaje emitido por el emisor, porque no sólo atiendo al texto,a su significado literal; sino que también tengo en cuenta el conjunto de sentimientos, pensamientos y emociones de las que habla el narrador de esta historia, cuyos personajes somos todos los que alguna vez hayamos sentido lo mismo.

Sin duda, para mí Ismael Serrano es otro poeta más de la experiencia, esa tendencia poética llamada "la otra sentimentalidad", tendencia que concibe la lírica como un arte hondamente humano por su capacidad para reflejar las historias que nos suceden a todos.


miércoles, 14 de octubre de 2009

NOSTALGIAS DEL PASADO

"Cuántas cosas dejan huella,
cuántas cosas se recuerdan,
cuántas brillan en el tiempo aunque no están..."
(P.Guerra)


Pasó a la historia un fin de semana esperado y especial, muy especial; días de reencuentros que hacen plantearme el presente. Días de luz, de risas desde el corazón, de paseos unamunianos por el Tormes...han despertado los más felices recuerdos de un pasado cada vez más lejano en el tiempo, llenando de melancolía el aire que respiro.

Salamanca, no sabía que te echaba tantísimo de menos. Abrir la ventana al despertar y encontrarme con tu soberana plaza, ese lugar de solemne pulcritud, de encuentros bajo el reloj, canciones a Hernán Cortés, helados bajo el sol, abrazos para siempre...

No puedo describirlo pero sentí que algo me rozaba la piel suavemente, algo que hizo detenerse el tiempo por un instante, conduciendo el sueño hacia la realidad; había vuelto, allí estaba y nada había cambiado. Todo seguía igual. Por un momento, pensé que nada había sucedido, creí que entonces seguía siendo mi ahora, que entonces nunca había dejado de ser mi mañana. La misma brisa, el mismo olor, ese cielo tan lleno de vida que me levantaba contra viento y marea . Todo seguía allí, me veía recorriendo la ciudad como tantas veces camino de la facultad. El mismo suelo, exactamente la misma piedra, la misma sobriedad. El silencio, lejos del mundanal ruido, seguía impregnando de paz la historia de sus calles, tan frías a mi paso, tan profundas al del pensamiento. La misma música de aquellos días resonaba dentro de mí, la oía a lo lejos; muy lentamente me iba estremeciendo, acelerando su melodía los latidos del corazón. Allí estaba, nada había cambiado. Yo, la misma de entonces, volvía la mirada hacia el pasado, reviviendo aquellas emociones de aquel viaje que hice con burbujas en el aire. Otra vez sobre los pasos de aquel tiempo, regresan a mí los dos mil recuerdos donde guardo la ilusión. Y me lo creí, apenas por un instante estuve allí...

Pero, de repente, aquella ya no era yo. Ni aquella era la misma ciudad. Todo había cambiado, nada era como entonces. La calle cambió su trayecto y no vuelve, mientras yo camino deprisa, y ni busco ni encuentro, ni paso ni quiero, ni tengo ni doy... Perdí la señal, los horarios, los trenes; nostalgia es el verbo que piensa en tu olor y te echo de menos,tanto de menos, que siento el espacio vacío de mi corazón.

Fue una ráfaga en la oscuridad. Volví , pero allí , de entonces, no queda ya nada; el tiempo nos borró.


PUNTO Y APARTE.




Nunca podré dejar de echarte de menos, aunque ya no me recuerdes.


CUÁNTAS COSAS BRILLAN EN EL TIEMPO, AUNQUE NO ESTÁN...